Simone de Beauvoir, la filósofa existencialista y feminista

Simone de Beauvoir, la filósofa existencialista y feminista

La escritora y filósofa existencialista, Simone de Beauvoir, es probablemente una de las pensadoras más destacadas del siglo XX. Además de ser autora de numerosas novelas y ensayos filosóficos, tuvo una influencia significativa en la vida política de su época. Junto con J.P. Sartre, fundó la revista Les Temps Modernes, que se convirtió en un referente cultural y político del pensamiento francés de la segunda mitad del siglo XX. Participó activamente en la defensa de los derechos de las mujeres, especialmente en la lucha por la legalización del aborto en Francia. Beauvoir fue una de las redactoras del Manifiesto de las 343, en el que afirmaba haber practicado el aborto, desafiando las leyes de la época.

Entre 1946 y 1949, escribió «El Segundo Sexo», una obra que con el tiempo se convirtió en un clásico del pensamiento feminista, aunque en su momento generó gran controversia. La obra es considerada un punto de transición entre el movimiento sufragista y el feminismo radical de los años setenta, ya que Beauvoir pasa de la vindicación a la descripción de la condición femenina.

La autora plantea la pregunta «¿qué es una mujer?» y con su célebre frase «nadie nace mujer: se llega a serlo», sostiene que no hay una identidad natural y predefinida de género (términos que serán acuñados posteriormente). Beauvoir argumenta que la feminidad es una construcción social, no determinada por la biología u organismo.

A lo largo de «El Segundo Sexo», Beauvoir recurre a la historia, la antropología, la literatura y diversos conocimientos científicos para constatar que las mujeres son definidas desde una perspectiva masculina, que se atribuye la universalidad y la trascendencia, identificando lo femenino con lo particular y lo dado. En la relación entre los sexos, el hombre se presenta como sujeto y la mujer como objeto, lo que hace que lo femenino sea siempre «el otro», algo diferente de lo humano y fuera del alcance. Esta relación de alteridad no es recíproca, ya que la definición de la mujer requiere la existencia del hombre como supuesto esencial.

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