Foolandia
Por Rafael Soto Baylón
En una multiplicidad de universos vivimos nosotros, los mortales de un mundo que pensábamos único, en una de sus galaxias, llamada Vía Láctea y en un Sistema Solar en un planeta azul tercero de su estrella más cercana.
En el infinito de los multiversos existen otros más donde moran seres superiores. Están donde se encuentran los que nos denominamos “animales domésticos”. Ahí permanecen, imperecederos Hyperuránion tópon, (lugar más allá de los cielos) o topus uranus (mundo de las ideas), como los llamaba el filósofo griego Aristocles mejor conocido como Platón.
Y en incontables mundos están los Universos Foolandia.
En Foolandia persisten eternamente perritos orejones, pequeños, de apenas siete kilos de peso, color café, de mirada tierna, inteligentes, cariñosos y se llaman a sí mismo “Dooos perros”. Que mueven la cola incansablemente, saben tocar la puerta, son friolentos, les tienen pánicos a los truenos y relámpagos de este planeta que llamamos Tierra. Fieles incondicionales. Les gustan los paseos en coche y piden los lleven al parque, ahí se golpean porque están pequeños y todavía no alcanzan a brincar los escalones. Instruidos, saben que detrás de toda nube tormentosa está un cielo claro. Entienden que la perfección se alcanza solo en conjunción con humanos y son capaces de amar y ser queridos por todos quienes le rodean. Son tan listos que soportan estoicamente los tratamientos médicos dolorosos pero necesarios. No son capaces de morder a quienes aman, porque los foo tienen muchísimas personas que los quieren. Busca el cobijo del apoyo mayor cuando tienen miedo y se acuestan a su lado.
Ellos –como arquetipos- tienen –por ser entes perfectos- la facultad de escoger quiénes serán sus siervos. Les gusta vestir bien, perennemente elegantes. Saborean más las crocretas que les dan en su hocico que las del plato, dicen que saben más ricas. Adoran mojarse cuando tienen calor y les encanta jugar a la pelota.
En este astro de las apariencias todo tiene un principio y un final. Pero en Foolandia todo está divinamente planeado. Así como con el mundo de las ideas del más reconocido discípulo de Sócrates, tiempo con tiempo, incomprensible e inescrutable para nosotros, un número indefinidos de foo deben ir a un universo con una misión muy específica: querer, hacerse adorar y engendrar la felicidad a tantos y tantos individuos.
Y fue cuando nuestro Foo eligió la Tierra y por el Gran Maestro, escogió como nave una caja de cartón y eligió a Alexandra para que lo llevara a su casa. Tuvo un largo y sinuoso camino: debió esperar diez años para que la mamá de su servidora lo aceptara. Supo esperar sentado y llegó en el momento justo. Y ganó, porque es sumamente listo y competente y le fue fácil ganarse a todos quienes lo conocimos, amamos, admiramos y sentimos su protección. El trabajo de hacer alegres a los imperfectos terrícolas no es nada sencillo. Pero sabía que su estancia entre nosotros no iba a ser sempiterna. Él estaba consciente que estaría con nosotros tan solo catorce años y medio, tiempo terrícola, y después, de cansarse de su ardua labor, debería regresar a su mundo a descansar. En espera de que le llamaran para –cuando el Gran Can lo decida- retornar otra vez, y permanecer ahí su ciclo de 174 meses terrícolas, 2,094 días, 125,640 horas 7,538,400 minutos, 45,230,400 segundos.
Aquí, en nuestro tiempo y espacio lo cumplió cabalmente y así lo hará por siempre y para siempre. Supo esperar –en vísperas de su retorno- la presencia de su otro siervo y preparó su vuelta a casa con su equipaje a cuestas con pelotas, vajillas de comida y agua. Su tomate. Su crucifijo. Y nos dijo adiós.
Seguramente pronto te encomendarán la tarea de ir a otro espacio tiempo en otro universo. Y en esa infinidad de cielos, seguramente estarás con otra Carmen, otra Alexandra, otro Amaury, otro Rafael y la gente que lo acompañó siempre: Lorenza, Lucha, Eva, Esperanza, Ángel, Alonso, et al.
Tendrá muchos amos que te quieran y todos estarán eternamente agradecidos como lo hicimos nosotros. Viaja con cuidado, que el amor no te obligue a pensar regresar con nosotros. Ya nos diste todo, no podemos pedirte más. Misión cumplida con creces.
Feliz regreso a casa Foo y alegre vuelta a cumplir otra vez tu destino en otro universo y con otra familia. Gracias por visitarnos.
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