La flor de Nochebuena, el regalo mexicano a la navidad
La Flor de Nochebuena, conocida también como Poinsettia o Flor de Pascua, es símbolo de las festividades navideñas en todo el mundo. Su origen se remonta a Mesoamérica, donde recibe el nombre náhuatl de Cuetlaxochitl o «flor que se marchita». Esta planta ha sido documentada en códices mexicanos y ha tenido un papel relevante en la cultura prehispánica como adorno ceremonial y medicina tradicional, aunque su látex puede causar irritaciones si no se maneja con cuidado.
La Flor de Nochebuena fue adaptada a la celebración navideña tras la llegada de los franciscanos a Taxco, en el actual estado de Guerrero. Su expansión internacional comenzó cuando Joel R. Poinsett, primer embajador estadounidense en México, llevó la planta a su país en 1825. Los botánicos de Filadelfia impulsaron su cultivo y le dieron el nombre de Poinsettia en honor al diplomático. Desde entonces, su popularidad creció en Estados Unidos y Europa, especialmente cuando el horticultor alemán Albert Ecke desarrolló variedades que hicieron de esta planta un éxito comercial.
La Euphorbia pulcherrima prospera en bosques tropicales con sombra. Durante la floración, sus hojas verdes se transforman en brácteas rojas alrededor de una estructura floral que atrae a los polinizadores. Este arbusto puede alcanzar hasta seis metros en su hábitat natural, con variedades que presentan tonalidades entre rojo, blanco y crema.
Con su popularidad extendida, la Flor de Nochebuena es actualmente una de las plantas en maceta más vendidas del mundo. En Europa, Estados Unidos y México se producen millones de ejemplares cada año, generando miles de empleos. México se posiciona como el tercer mayor productor con casi 19 millones de plantas al año, principalmente cultivadas en Morelos, Michoacán y la Ciudad de México. A nivel mundial, Alemania y Holanda lideran la producción, mientras que en China y Japón también es apreciada, aunque sin connotaciones religiosas.
En México, la Nochebuena sigue siendo parte de las tradiciones populares, especialmente en altares y ceremonias. Con sus raíces históricas y sus intensos colores, esta flor representa una conexión viva entre el pasado mesoamericano y el presente globalizado, destacándose no solo por su valor decorativo, sino como un símbolo de amistad y celebración en diversas culturas.
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