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Tlatelolco: 57 años de impunidad y memoria

El 2 de octubre de 1968, la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco, Ciudad de México, fue escenario de una de las tragedias más oscuras de la historia contemporánea del país. Miles de estudiantes y ciudadanos se congregaron pacíficamente para exigir democracia y justicia social, pero fueron recibidos con una brutal represión por parte del gobierno del entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz. Las fuerzas armadas abrieron fuego contra la multitud desarmada, resultando en la muerte de entre 300 y 400 personas, aunque algunas estimaciones sugieren que el número real podría haber sido aún mayor. Además, más de 1,000 personas fueron detenidas y muchas otras sufrieron heridas graves.

Este acto de violencia fue parte de un patrón de represión sistemática por parte del Estado mexicano durante lo que se conoce como la «Guerra Sucia», un periodo caracterizado por la persecución de opositores políticos, activistas y estudiantes. La masacre de Tlatelolco se produjo a solo diez días de la inauguración de los Juegos Olímpicos de 1968, un evento que el gobierno mexicano deseaba llevar a cabo sin alteraciones en su imagen internacional.

Durante años, el gobierno intentó minimizar y ocultar los hechos, presentando a los manifestantes como agitadores y culpándolos de la violencia. Sin embargo, investigaciones posteriores, incluyendo la desclasificación de documentos por parte de Estados Unidos, revelaron que francotiradores del gobierno fueron responsables de iniciar los disparos, lo que desmintió las versiones oficiales.

A pesar de los esfuerzos por silenciar la memoria colectiva, el 2 de octubre sigue siendo una fecha emblemática para la sociedad mexicana. Cada año, miles de personas marchan en diversas ciudades del país para exigir justicia y recordar a las víctimas de la masacre. En 2024, el gobierno mexicano reconoció oficialmente que los hechos constituyeron un crimen de lesa humanidad y ofreció una disculpa pública a las víctimas y sus familias.

Sin embargo, la impunidad persiste. A más de cinco décadas de la masacre, no se ha logrado una reparación integral para las víctimas ni se ha sancionado a los responsables materiales e intelectuales del crimen. Organizaciones de derechos humanos y colectivos de víctimas continúan luchando por el esclarecimiento total de los hechos y por que se haga justicia.

La matanza de Tlatelolco no solo marcó un antes y un después en la historia de México, sino que también dejó una profunda huella en la conciencia colectiva del país. Es un recordatorio de la importancia de defender la democracia, la libertad de expresión y los derechos humanos. La memoria de Tlatelolco sigue viva en cada marcha, en cada protesta y en cada voz que exige justicia.

Para conocer más sobre este y otros temas de actualidad, te invitamos a seguir leyendo en Periodismo FMX.

foto: https://guadalupeaguilera.edu.mx/

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